Beirut, seis meses después del desastre
Líbano recordó a las más de 200 víctimas mortales de la explosión en el puerto de la capital. Seis meses después, la oscura investigación sobre el incidente avanza a pasos atenuados.
La explosión más grande no-nuclear de la historia de la humanidad golpeó a Beirut en la tarde del 4 de agosto del 2020 y estremeció todos los ámbitos políticos, económicos y sociales del país.
El estallido de las 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas negligentemente por las autoridades durante seis años en un almacén del puerto, dejó gran parte de la ciudad destruida, mató a 204 personas e hirió a más de 6.000 personas.
Seis meses después, las autoridades libanesas han proporcionado escasos detalles al público, con una investigación lenta y secreta sobre la causa de la explosión. A pesar de las numerosas pruebas y documentos que muestran que los altos funcionarios políticos y de seguridad libaneses sabían de la existencia del nitrato de amonio en el lugar, no se ha responsabilizado a nadie.
La investigación, encabezada por el juez de instrucción Fadi Sawwan, ha estado estancada desde el 17 de diciembre de 2020, sin un indicio claro de cuándo se reanudará. Sawwan suspendió la misma después de que dos ex ministros a los que había acusado de negligencia criminal pidieron que el Tribunal de Casación de Beirut transfiera el caso a otro juez.
Hassan Diab, quien estuvo en el cargo de primer ministro durante casi siete meses en el momento de la explosión y ahora ocupa el mismo puesto en un interinato, es la figura de mayor rango acusada. El mandatario se negó a declarar ante Sawwan para ser interrogado en diciembre.
El 13 de agosto (nueve días después de la explosión), Sawwan fue nombrado juez de instrucción principal del caso y, desde entonces, su trabajo se ha mantenido en secreto. Hasta ahora ha detenido a 25 personas en relación con la tragedia, pero en su mayoría son empleados de aduanas, puertos y de seguridad. Se trata de funcionarios de bajo rango sobre los que, además, se desconocen los detalles de las acusaciones.
Crisis económica y ayuda que no se ve
La tragedia de Beirut llegó un difícil momento para el país, golpeado por una profunda crisis monetaria y financiera que devaluó la moneda nacional más de un 80%. Con un panorama muy desfavorable a la vista, las principales potencias internacionales actuaron rápidamente en pos de la ayuda humanitaria. Para el 9 de agosto, la comunidad internacional (liderada por Francia) prometió alrededor de 300 millones de dólares en fondos de emergencia.
A principios de diciembre, la Unión Europea, las Naciones Unidas y el Banco Mundial establecieron un plan de respuesta durante 18 meses para ayudar a la ciudad a recuperarse, estimando que se necesitarán 426 millones de dólares durante el primer año.
De los 300 millones prometidos en agosto, las Naciones Unidas aseguró que hubo un desembolso de 285 millones. Incluye 161 millones de dólares enviados a la agencia de la ONU en el Líbano, y otros 124 millones otorgados a ONGs.
Sin embargo, el plan propuesto en diciembre para la recuperación a largo plazo aún no está en funcionamiento. Hasta ahora solo se han recaudado 60 millones para ayudar a organizaciones no gubernamentales y pequeñas empresas.
Además, la poca confianza internacional en el sistema político libanés retrasa aún más el apoyo. El estancamiento de la formación de un nuevo Gabinete y las disputas entre las principales figuras políticas generan más y más desconfianza, no sólo en la sociedad sino también en las principales figuras extranjeras cercanas al Líbano.
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