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lunes, 24 de agosto de 2015

Proyecto Djehuty: diario de una exótica labor

Por Redacción Diario Sirio Libanés

El Proyecto Djehuty es uno de los más destacados de la historia de la arqueología española en Oriente Medio. Ejemplo de trabajo en equipo e interdisciplinaridad.

La arqueóloga y egiptóloga, Ángeles Jiménez Higueras, más conocida como “Angie”, miembro del Proyecto Djehuty en Egipto, aclara que no pudo gritar eureka al toparse con el último descubrimiento: un antiquísimo ataúd de madera policromada en el pozo donde estaba excavando: "Hay que evitar que la voz se extienda entre los obreros antes de llamar a las autoridades egipcias, ellos son los primeros que tienen que ver el hallazgo", dice.

La misión de Angie, que tiene a su cargo a unos 25 trabajadores egipcios, consiste en supervisar un área de excavación que denominan Sector 10 y que se localiza en Luxor, antigua Tebas, junto al patio de entrada de la tumba de Djehuty.

Hasta el momento han encontrado en esa zona varios enterramientos de la dinastía XVII (aprox. 1600 a.C.), entre los que destacan los de un niño de cinco años y otro de 11, y el ataúd de Neb.

Para Angie, trabajar en Egipto es una experiencia única en todos los sentidos. El yacimiento, su entorno y paisaje, la cultura egipcia, su gente alegre y acogedora y su hospitalidad, lo hacen todo especial.

Pero si tuviera que resaltar un aspecto de su experiencia en el Proyecto Djehuty, se queda, sin duda, con la camaradería y amistad con sus compañeros. "Formamos un equipo de 20 miembros de muy distintas disciplinas y reconozco que parecemos una familia.

Hemos conectado muy bien, compartimos la misma pasión y somos conscientes del privilegio que es hoy en día trabajar en un ámbito que no resulta fácil y por el que todos sentimos auténtica vocación".

Pía, Zulema, Gudelia y Nieves son algunas de esas compañeras-amigas a las que se refiere. Las cuatro coinciden en su diagnóstico: se trata de un trabajo emocionante y vocacional, aunque duro, y lo mejor es la unión del equipo.

Y menos mal, porque cada año, desde que en 2002 se pusiera en marcha el Proyecto Djehuty, que dirige el egiptólogo y profesor de Investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, José Manuel Galán, pasan enero y febrero, dos meses completos, en estrecha convivencia.

Nueve mujeres en un equipo de 20 profesionales relacionados con la Egiptología. Todas llevan varios años en la misión española Djehuty, y no por casualidad. Cada una desde donde estuviera seguía muy de cerca los avances del proyecto.

Ahora, todas esperan con expectación el próximo mes de enero para trabajar de nuevo sobre el terreno. Llegan a Egipto y se instalan en su "casa de invierno", un hotel rural, con todo lo bueno y lo malo que eso implica. Está en la orilla oeste del Nilo, frente a Luxor, y queda cerca del yacimiento.

El plan de día es sencillo: los miembros del equipo se levantan a las seis de la mañana y a las siete ya están en la excavación. Juntos se enfrentan al trabajo y al calor. "Aunque sea pleno invierno, a primera hora de la mañana estamos a 10 u 11 grados y a las tres, cuando dejamos el yacimiento, estamos a 35", explica Pía.

Sobre las 10 regresan al hotel para tomar un café y un almuerzo ligero, y vuelta al yacimiento, donde continúan trabajando hasta las tres. Ducha, comida y a seguir la faena, pero ya en casa, donde tienen una sala común.

La tarde la dedican básicamente a catalogar y clasificar los cientos de fotografías realizadas durante la mañana. Y a última hora, puesta en común de la jornada -"somos muchos, trabajamos separados y no siempre sabes qué ha hecho cada uno"-: proyectan las fotos del día y de entre ellas se eligen las que ilustrarán el “Diario de Excavación ”, el blog que escribe José Manuel Galán.

Las tareas están muy delimitadas y cada uno tiene su misión.  Cada uno en lo suyo, pero contando, consultando y comentando con todos. "Es algo absolutamente necesario. El material para restaurar que encuentras allí no tiene que ver con lo que se halla en España. A mí nadie me ha enseñado a restaurar ataúdes egipcios ni a trabajar con una momia. Es muy diferente y muchas veces dudas", apunta una de las arqueologas.

Una vez restaurado, clasificado, documentado y datado, los objetos se almacenan en la propia tumba, salvo cuando resulta algo destacado. Entonces se lleva al almacén del Servicio Egipcio de Antigüedades, donde cada misión tiene una sala propia. Las autoridades egipcias seleccionan lo que debe guardarse mejor y lo que va a los museos. Los ataúdes de los dos niños y el de Neb ya están en el de Luxor.

A pesar de que España carece de una extensa tradición egiptológica, su papel es cada vez más relevante, tanto en el ámbito académico, a través de publicaciones científicas, como sobre el terreno, con la presencia en Egipto de varias misiones arqueológicas. El Proyecto Djehuty, en concreto, se trata de una de las expediciones pioneras.

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