“Fuego en una zarza”
Compartimos la carta enviada a la redacción por el Arzobispado de Buenos Aires y toda la Argentina de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquía, de cara a las Fiestas.
Su Palabra se vuelve nuestra, y nuestra palabra se vuelve Suya “La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón” (Rm 10:8; Dt 30:14). Lo que más nos asombra en la Navidad es la forma en que nuestro Creador ha abolido la distancia entre Él y nosotros, sus creaturas. Él toma sobre sí nuestra naturaleza para salvarnos; nos habla para conocerlo y creer en Él; nos da de comulgar Su cuerpo y Su sangre para unirnos con Él.
Pero, por sobre todo, nos preparó algo todavía más excelso. Pues nos da el uso de la palabra, la facultad del habla que es una experiencia que caracteriza únicamente a los seres racionales, la cual nos permite, a su vez, abolir la distancia que nos separa de Él.
Así, la Palabra se encarna en nuestra vida y nos convertimos en “portavoces” de la Palabra y apóstoles Suyos, al punto de que se abre ante nosotros un horizonte sin precedentes: Su Palabra se vuelve nuestra, y nuestra palabra se vuelve Suya. De hecho, cuando un bebé aprende a hablar, empieza a diferenciarse de su madre.
Hablando con ella utilizando sus propias palabras le permite considerarla más como una persona independiente y única, que como una extensión de su propia existencia, tal como lo experimentaba al “consumirla” mientras era amamantado.
A través del uso de la palabra aprende a forjar los cimientos propios del desarrollo de su persona. Extrapolando esta experiencia a la esfera de la vida espiritual, él está llamado a hablar con Dios y a que su inteligencia se dirija a Él en la oración.
Empieza a aprender el lenguaje de Dios al leer Su Palabra, y así su voluntad, su conciencia y su inteligencia se impregnan de Ella.
Entonces se vuelve en el “hombre nuevo” (Ef 4:24) del cual nos habla San Pablo. Se convierte en un “portador” de la Palabra (Ga 6:17), “hacedor” de Ella (Stg 1:22), y “se mueve” bajo Su luz e inspiración (Hch 17:28), por lo que será tenido por “fiel” (1 Tim 1:12), y al final se vuelve, por su palabra de oración, “intercesor” en el Verbo encarnado “para con el Padre” (1 Jn 2:1) a favor de todos. Al presentar esta faz del misterio de la encarnación de la Palabra de Dios y al celebrarla en esta Navidad, he tratado de transmitir lo que Su Eminencia, el Metropolita Pablo de Alepo, secuestrado desde el 22 de abril de 2013, nos presenta en su libro en árabe - “Fuego en una zarza” -, y lo cual revela en su título inspirado directamente en la experiencia del Profeta Moisés relacionada con la manifestación del Verbo en la zarza que ardía sin consumirse (Ex 3:2).
Tal es así que Monseñor Pablo nos guía en el misterio de la encarnación de la Palabra en su propia vida como así también en la nuestra. Y mientras sigue cumpliendo “su misión eclesiástica” singular, su mensaje nos alcanza a todos, como a través de un velo - el velo de su palabra injertada en la Palabra.
Su incansable y continuo servicio a la Palabra, nos invita a participar juntos de esta experiencia: “La palabra está cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón” (Rm 10:8; Dt 30:14).
Al despedirme de ustedes, los saludo con todo mi corazón en el afecto que nos une al servicio de la Palabra que se hizo carne, y ruego que eleven “una palabra de oración” para que nuestra “zarza” sigue ardiendo en vista de seguir sirviendo dignamente el misterio de la “gestación” de la Palabra en “la boca y el corazón” en nosotros mismos y en nuestro prójimo.
¡Feliz Navidad y bendito año 2017!
† Metropolita Siluan
Arzobispo de Buenos Aires y toda Argentina
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