Papá y la Responsabilidad Social Empresaria
El lector comparte su reflexión sobre una importante temática de actualidad nacional.
Papá fue un exitoso comerciante, su actividad principal fue la de supermercadista, aunque también se desempeñó como mayorista, industrial panadero y de pastas secas. Su formación ética y humana, además de social cristiana definía su forma de actuar en los negocios. Así recibimos sus empleados e hijos un montón de enseñanzas de vida que incluyen guías de acción en el ejercicio del comercio.
Papá tenía claramente establecido una escala de valores que aplicaba responsablemente a los precios de los productos que vendía, de tal forma que, si lo que se vendía era comestible aplicaba un 10 o 15% de utilidad, si se trataba de artículos de limpieza no podría exceder de un 30% y si eran artículos de bazar alcanzada la tasa top del 40%. Casi de forma permanente decidía no ganar con el precio del pan, del azúcar y de yerba ya que consideraba que estos productos no estaban para ganar sino para atraer al consumidor.
En aquellos tiempos no existía el concepto de RSE tal como lo entendemos en la actualidad, aunque en los hechos, existía y de la forma más responsable.
Hoy la RSE se usa como una forma de marketing de imagen y/o para generar una suerte de empatía en el medio donde la empresa se desenvuelve y/o con los trabajadores de cierta empresa, pero ha perdido de vista el rol social que las empresas tienen respecto de la sociedad como un todo, en particular esta apreciación se orienta a aquellas empresas del segmento de retail de consumos masivos.
Hasta fines de los 80 la oferta de estos bienes estuvo en manos, mayoritariamente, de empresarios locales quienes en el marco de sus limitaciones ofrecían un surtido ciertamente acotado. Con el advenimiento de las nuevas políticas, quienes proponían espejitos de colores con los que tentaron al consumidor argentino, se quedaron con prácticamente todo el mercado. Sirva como referencia la siguiente expresión:
“Hoy en día, menos de una docena de hipermercados, concentran más del 75% de las ventas en la Argentina.” (Nota de referencia )
Juntamente con la desaparición de los supermercados de barrio y de pueblo, de capitales argentinos, se fueron los hombres que ejercían el comercio con responsabilidad social.
El criterio pasó, de aplicar un porcentaje de ganancia razonable para la formación del precio, a un nuevo concepto que define al precio como el valor que el consumidor está dispuesto a pagar por determinado bien y servicio. Este último concepto sería aceptable en un mercado al que concurren muchos oferentes que pudieran dar lugar a una libre competencia, pero lamentablemente esto no es lo que ocurre en el mercado argentino.
Es claro que estamos ante un sistema de sobre precios que consume de manera injusta los ingresos de los argentinos. Fundo este aserto en el sistema de Promociones permanentes como las que aplican descuentos del 70% en la segunda unidad de productos tales como azúcar, harinas, leches y galletas o del 80% en productos de higiene personal o en aceites. No se puede negar lo que es evidente.
Antes, en mi pueblo, si un precio resultaba exageradamente alto, seguramente algún vecino habría hablado con Papá para hacerle notar su exceso y este error se habría corregido.
Ahora la pregunta es: ¿a quién debemos recurrir para pedir que bajen los precios? ¿Acaso no es la primera Responsabilidad Social Empresaria el cuidar al cliente?
Hoy se necesitan gestos que colaboren con la recuperación de la tranquilidad económica de las familias, por ello pido al sector de retail, en sus diferentes formas, que bajen los precios, considerando una ganancia razonable, inclusive reduciendo los porcentajes de las promociones, pero haciendo que la baja de los precios sea principalmente en los productos de primera necesidad.
La Argentina necesita bajar los índices de inflación rápidamente, pues de ello depende que este país siga siendo un lugar de oportunidades para todos. Queremos poder ingresar a sus establecimientos con un sentimiento de agradecimiento por el compromiso que demuestran. Ojalá así sea.
Argentina 2020.
Juan José Esper Obeid
cliente
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