Panamá Papers y Suecia, 4 décadas después
Un simple recaudo de sentido común paralizaría la corrupción, los padecimientos del universo ilícito y las respectivas secuelas
Transcurrió un mes de agitación en la sensibilidad social y política desde la irrupción del shock mediático, urbi et orbe, divulgando nóminas preliminares de personas, personalidades, dirigentes, dignatarios, funcionarios, empresas, instituciones, etc. involucrados en cuentas bancarias offshore, entre quienes figuran: varios sinceros involuntarios; “prófugos” de la voraz presión tributaria con despilfarro estatal ; y también “otros varios” claros evasores del pertinente escrutinio de vínculos, y/o de autoridades, y/o de la ciudadanía de a pie.
El calmo y prudente análisis objetivo de la actitud de tales actores los calificarían, según cada caso, entre: justificables; comprensibles; discutibles; inadmisibles y punibles legalmente. ¿Únicos actores? No, pues emerge nítidamente un Estado ausente, y/o displicente, y/o inepto, y/o corrupto, y/o cómplice. Ciertos magistrados, deshonrando la Justicia, ídem.
Paralelamente a esta coyuntura, crece exponencialmente, sin pausa, la aluvional corrupción, la delincuencia y la inseguridad que venimos padeciendo. Billones mal habidos sustraídos a la comunidad, apenas una cifra de inicio, excede la capacidad de tolerancia. La seguidilla de reuniones y debates de buena fe en foros locales e internacionales de funcionarios, legisladores, profesionales, dirigentes, catedráticos, juristas, docentes, policías y políticos sobre los consejos y las recomendaciones de acción para las diferentes especies de la criminalidad han resultado absolutamente infructuosas.
Advirtamos que no habría materia para tales Papers panameños ni para otros de análogo impacto, ni existirían las variadas manifestaciones de la evasión, la corrupción y la delincuencia económica si se hubiera adoptado la propuesta, nada genial, de elemental sentido común, que publiqué documentadamente hace cuarenta y cuatro años en 1972, desde entonces puesta al día a la par de los avances científico-tecnológicos y de las normas jurídicas y profesionales, demostrando paso a paso la solución para erradicar de raíz, paralizándolo, el universo criminal. La cátedra y publicaciones del Consejo Profesional de Ciencias Económicas-CABA, Congresos de Informática, Universidades, reportajes y artículos en medios de prensa, comunicaciones a altas autoridades gubernamentales, policiales y políticas, y contactos con entidades del exterior, testimonian dicha iniciativa del autor.
¿Con qué fórmula concretamos nuestro objetivo? Simplemente -sentido común- desactivando el uso del dinero billete cash, elemento ideal, intrínsecamente anónimo, apetecido unánimemente aquí y en el mundo por quienes codician lucros espurios, siempre súbitos, tanto en la actividad pública como en la privada. El billete cash es perfecto para los protagonistas del delinquimiento. Jamás intentarían reclamar cheques no a la orden ni exigir transferencias de dominio registrales. Lo eliminamos. Al respecto, coincidiendo en esa misma línea conceptual, veamos el reciente acierto del gobierno de Suecia -diciembre 2015- decidiendo cancelar el dinero efectivo como medio de pago.
¿Alcanzan las declaraciones retóricas, discursos de indignación, comisiones investigadoras, fiscales especiales, requisitos bancarios extras, más desregulación, más privatización y tercerización, más desmonopolización, más declaraciones juradas o más severidad en el código penal para aniquilar idóneamente tanta depredación? El fracaso está a la vista. Es impostergable imponer un nuevo enfoque totalizador y sin fronteras; algo más imaginativo y amplio que las no discutibles medidas de racionalización y de arbitrio judicial.
¿Entonces? No sólo denunciar, publicitar, aumentar la nómina de hechos sujetos a sanción o reprimir con extremo rigor. Mucho mejor, más rápido, más barato, más saludable y más efectivo, exterminarla de raíz, evitando a priori, que ésta llegue a ocurrir. Ofrecimos, y ofrecemos nuevamente hoy, esa alternativa, proponiendo, 4 décadas antes que Suecia, reemplazar los medios de pago con la bancarización total instrumentada con los imperativos recaudos exhaustivos involucrados en el contexto informático, comenzando por la identificación de los operadores del sistema. Imposibilitamos así la impostura. Para evitar la sustitución de la moneda argentina por otros atractivos signos monetarios (dólar, euros, yuanes etc.), la propuesta debe integrarse “world-wide” progresiva aunque rápidamente desde nuestro país. Estudios de factibilidad y sustentabilidad indicarán un cronograma de la extensión a regiones estratégicamente determinadas.
Desaparecido el billete, desaparece el anonimato instrumental pero no la intimidad, ni la privacidad, ni la confidencialidad. Impidiendo la concreción del abanico delictivo sobrevendrá la merecida gratificación; no más: narcotráfico; terrorismo; mafias; cuentas “en negro”; asociación ilícita y contubernio; vaciamiento de empresas; lavado de dinero; “contabilidad creativa”; censos, estadísticas e índices apócrifos (INDEC y otros análogos); motochorros; barras bravas; asalto; secuestro; extorsión; soborno; falsificación de moneda y de documentos; coimas; negociados; áreas liberadas; entraderas; salideras; clientelismo; tráfico de influencias; contrabando; encubrimiento; secuestro de personas; evasión fiscal y previsional; vendedores ilegales; manejo discrecional de fondos públicos; abuso de confianza; testaferros; valijeros; robo de automotores; y un adicional extenso listado de vicios, viciosos y las secuelas conexas. El enfoque combinado "Informática total/Bancarización total previo a exhaustivos recaudos/Supresión del billete/Transparencia absoluta" impedirá el nacimiento de los enunciados engendros. La detección instantánea, "in-fraganti", exponiendo a los transgresores, generará un rotundo efecto disuasivo, válido también para las malversaciones y la connivencia. Oportunidad válida para racionalizar los presupuestos de la burocracia gubernamental, controlar la inflación procedente de “aprovechadores operativos”, reducir la obesidad de la función pública y la consecuente auspiciosa disminución de la imposición tributaria.
¿Cómo podrán los terroristas y traficantes obtener o disponer de sus cuantiosos fondos operativos? ¿Quiénes, a quiénes y cómo les cobrarán/pagarán sin cash? Materialmente inviable. Y la inseguridad disminuirá drásticamente, tanto por la inexistencia del ansiado dinero efectivo y el riesgo de transar bienes ajenos como por una mayor presencia preventiva de la policía y fuerzas de seguridad, las cuales capacitadas de continuo, debidamente equipadas y fuertemente aliviadas de atender como ahora trámites menores meramente administrativos y de perseguir (ocasionalmente a desgano) a burladores de la honradez, reasignarán sus fuerzas a la protección de las personas y de la propiedad privada. Esta otra reflexión: la depuración de las dirigencias, impedidas de generar tráfico de influencias con sus prebendas y negociados, será inevitable. ¿Quiénes se postularán entonces para las funciones políticas, gremiales u otras equivalentes? Sólo aquellos que demuestren poseer genuina vocación de servicio.
Imposibilitando delinquir, anulamos de raíz y a priori, la mayor criminalidad del orbe. Cero paraísos fiscales, cuevas y escondites subterráneos o abovedados. Cero innecesarios arrepentidos. Cero delitos. Cero delincuentes. Cero cómplices. Ergo, cero impunidad. De paso, sin intencionada premeditación, les salvamos el alma a frustrados pecadores. Que no es poco.
Esta iniciativa soslayada en 4 décadas, detallada aquí en extrema síntesis por la limitación del espacio, nunca fue cuestionada tecnológica, profesional, operativa, económica, ni mucho menos éticamente a lo largo de este prolongado lapso.
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