La Ola Humana
Carta enviada por el Dr. Jorge Enrique Yunes Farrud, abogado; Dr. en Ciencias Jurídicas y Sociales; Analista Político; Investigador, oriundo de la provincia de Santa Fe. Palabras que transmiten su sentir por la problemática de los refugiados.
La mayoría viene de Siria. Otros provienen del norte de África, de países como Argelia, Marruecos, Libia o Egipto. Eligen distintas rutas conforme a la ubicación geográfica de su país de origen, pero todas desembocan al fin en el Mar Mediterráneo.
El denominador común es huir de la guerra, la miseria, el hambre y la violencia. Buscan la libertad. Buscan la dignidad que han perdido como seres humanos. Permanecer en sus países puede significar la muerte segura. No son inmigrantes.
Son refugiados. No buscan mejores horizontes de trabajo. Solo los alienta el sentido más básico de supervivencia que pueda tener el ser humano. Arriesgan sus vidas navegando a la deriva en un mar embravecido. Muchos mueren en el intento.
Mujeres, niños, ancianos y adultos. La vida no les da otra opción. Es una ruleta rusa. El tambor del revólver gira y gira enloquecidamente conteniendo la única bala que les puede dar el pase a otro plano de existencia o bien permanecer en esta vida para comenzar de cero.
La imagen es muy triste. Ha conmovido al mundo entero. Un escalofrío nos recorre la espalda al ver tanta miseria humana. Tanto dolor. Tanta desesperanza junta.
Ellos están golpeando las puertas del viejo mundo. Europa. El más desarrollado. El más cercano y lejano a la vez. No todos volvieron su cabeza. No todos han sido solidarios. No todos levantaron su voz clamando por los refugiados.
Sí lo hizo Alemania. Sí lo hizo Austria. Sí lo hizo Francia e Italia y se suma Suecia también. Merecen el reconocimiento y agradecimiento de todo este bendito planeta azul. La Argentina no debe quedar al margen de este acto de amor.
No debe estar ausente de este momento histórico. No sólo la Argentina sino toda América Latina deben abrir sus puertas para recibir a sus hermanos refugiados. Vengan de donde vengan. Nuestra condición de personas así lo exige.
Ser indiferentes a esta verdadera catástrofe humanitaria nos condenaría al escarnio mundial del cual no regresaríamos indemnes bajo ningún punto de vista.
Nuestro preámbulo es claro en ese sentido: “…y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia…”. Que así sea.-
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