Primera boda en una escuela de la ONU: agridulce experiencia en Gaza
La tristeza y desolación del gris escenario de una escuela-albergue de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Gaza han quedado sorprendentemente ocultas por la alegría y la esperanza de una boda, la primera celebrada en un colegio de este organismo en tiempos de guerra.
Flores y globos de colores convirtieron el patio de recreo del colegio en el decorado del enlace de Omer y Hebba, ambos procedentes del norte de la Franja y acompañados por sus familiares en el campo de refugiados de la playa de Shatti, al oeste de la capital gazatí.
La feliz pareja tomó asiento frente a cientos de palestinos desplazados tras abandonar sus hogares por miedo a los bombardeos israelíes que bailaron, aplaudieron y animaron a sin ceder al infinito sufrimiento que padecen en estos días.
"A pesar del dolor, revivimos la alegría", alentaba un cartel colgado tras los nuevos cónyuges.
Hebba vestía un vestido blanco y Omer llevaba un traje negro y corbata. Llegaron juntos en un coche y atravesaron, del mismo modo, la entrada de la escuela mientras sonaba la música bajo los aullidos de las mujeres y los cantos de los niños, que bailaban con las caras pintadas de brillantes colores.
Aunque el deseo de Omer era celebrar la ceremonia en un hotel o un restaurante, como es habitual, el destino le llevó a organizar tan decisivo evento en una de las muchas escuelas de la UNRWA que dan refugio a miles de personas después de que sus casas fueran destruidas por ataques israelíes durante la operación contra Hamás en Gaza, iniciada por Israel el 8 de julio.
"Dejamos nuestros hogares en el norte de la Franja mientras eran atacados por tanques y aviones de guerra que disparaban sobre nuestras cabezas. La fecha de nuestra boda fue decidida antes de que la guerra comenzara, así que insistimos en celebrarla sin ningún retraso", explica a Efe Omer.
Con su gesto, añade, querían enviar también mensaje a Israel y al mundo entero de que los palestinos pueden disfrutar la alegría en cualquier circunstancia, en cualquier lugar, incluso en las instalaciones de la UNRWA "aunque los fuertes ataques israelíes han matado, herido y desplazado a miles de personas".
"Tenemos el derecho a ser felices y disfrutar como cualquier otro pueblo en la tierra. Somos seres humanos con sentimientos, tenemos corazón", insiste Omer, uno de los 260.000 palestinos que se han quedado sin hogar durante la ofensiva.
Los desplazados se alojan en complejos de la UNRWA, hospitales, mezquitas, iglesias y otras casas de parientes o amigos tras huir de los bombardeos sobre sus regiones.
La madre de Hebba, que no paró de bailar y aplaudir durante la fiesta, apoya las palabras de Omer y asegura que los palestinos "quieren decirle al mundo que la gente en Gaza ama la vida".
Otro de los asistentes, Jaled Hamad, afirma emocionado que "la ceremonia aquí, en la escuela, es un evento histórico y demuestra que más allá del sufrimiento, del dolor y la destrucción, aún podemos disfrutar, igual que los niños".
"Desde que llegamos al albergue no hemos sonreído ni sentíamos el gusto por la vida. Hoy todo ha cambiado, incluso reímos, cantamos y nos sentimos, de alguna manera, felices. Y tenemos que hacerlo porque realmente no sabemos qué pasará mañana o cuándo podremos volver a casa", razona el invitado.
El enlace se ofició horas antes de que el alto el fuego de 72 horas pactado por Israel y milicias palestinas por mediación egipcia se extendiera cinco días más para continuar las negociaciones entre las partes.
El evento, en cuyo organización estuvo envuelta una organización que trabaja con la juventud de la Franja, tuvo un sabor agridulce al ser el primero de este tipo en un colegio de la UNRWA en tiempos de guerra, que en este caso es ya la más longeva desde 1967.
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