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jueves, 02 de septiembre de 2021

En Palestina, el apartheid también es climático

Por Redacción Diario Sirio Libanés

Palestina, una de las naciones más frágiles desde el punto de vista institucional como resultado de la ocupación, se ve disminuida en el ámbito internacional, en la capacidad de adaptarse y combatir los efectos del cambio climático.

El reciente informe climático de la Naciones Unidas, catalogado como “un código rojo para la humanidad”, señaló que muchos de los efectos climáticos sin precedentes observados en los últimos años son “irreversibles” y probablemente empeorarán cada vez más. Sin embargo, a diferencia de otras naciones, la capacidad de Palestina para enfrentar los nuevos patrones climáticos es escasa.

Debido a las siete décadas de ocupación, Palestina es una de las naciones más débiles desde el punto de vista económico e institucional y, por lo tanto, corre con gran desventaja en cuanto a la preparación para combatir los efectos del cambio climático.

Sin embargo, a diferencia de otros países, la vulnerabilidad de Palestina no es simplemente producto de una mala gestión o recursos limitados; sino que se define como tal tras siete décadas de ocupación ilegal por parte del régimen de Israel; con lo cual, la fragilidad palestina sobre el tema está directamente relacionada con el marco de su constante lucha política para recuperar los mas esenciales derechos nacionales.

En agosto de este año, el Panel Inter-gubernamental sobre Cambio Climático proyectó que las temperaturas en el sur y este del Mediterráneo aumenten entre 1,5 y 2 veces más rápido que el promedio mundial, entre 2,2 y 5,1°C, mientras que las tasas de precipitación anual también caerán en un 20 por ciento para 2050. Si bien el futuro parece desalentador para todas los países de la región, es especialmente oscuro para los palestinos.

Si bien Palestina y el régimen ocupante enfrentarán el mismo destino ecológico, ambos difieren drásticamente en su nivel de preparación para adaptarse al cambio climático. Para mantener la estabilidad política y aliviar el efecto de la disminución de los recursos naturales, el régimen israelí recurrirá a profundizar aún más su control sobre la tierra y las poblaciones palestinas, acelerando el robo de sus recursos naturales, especialmente el agua y las tierras agrícolas.

Israel controla los tres principales acuíferos transfronterizos en los territorios palestinos ocupados. El primero y más grande es el acuífero de Cisjordania que se alimenta de lluvia y genera 679 millones de metros cúbicos de agua por año (mmc). El segundo es el río Jordán, que proporciona unos 450 mmc. A los palestinos se les niega el acceso y el suministro de agua. El tercero es el acuífero costero del Mediterráneo que genera 450 mmc de agua para Israel y 55 mmc para Gaza.

Palestina tiene una buena tasa de precipitación. Ramallah, por ejemplo, tiene un promedio anual de precipitaciones de 615 milímetros, casi tanto como Londres con 620 mm.

Según un informe de la Autoridad del Agua de Palestina publicado en 2012, se estima que alrededor de 784 mmc de lluvia han recargado los sistemas de agua subterránea en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, a los palestinos se les asigna solo 375 mmc de ese agua subterránea, mientras que Israel consume 2,346 mmc anualmente.

Además, la destrucción de los árboles en Cisjordania por parte del régimen ocupante, así como la confiscación de tierras fértiles con pretextos de seguridad, especialmente en el Valle del Jordán, generan un gran pérdida para Palestina y significa nuevos desafíos frente a los efectos del atropello climático.

En Gaza, la situación es más difícil. El 97 por ciento del agua de la Franja de Gaza, sitiada por Israel desde 2006, no es apta para el consumo humano y la mayoría de los habitantes gazatíes se ven obligados a comprar agua mineral para sobrevivir.

El verde paisaje que alguna vez existió en Gaza ahora ha disminuido significativamente, gracias al rápido crecimiento de la población y a la destrucción de cientos de hectáreas de cultivos y árboles cítricos por parte de Israel para crear las barreras del apartheid, principalmente en las áreas fértiles cerca de la frontera.

A medida que Israel fabrica y perpetúa el robo de tierra y agua potable, priva a los palestinos -tanto de Gaza como de Cisjordania- de las necesidades básicas, preservando así el status quo de una dramática división injusta de los recursos hídricos y naturales, disminuyendo deliberadamente cualquier posibilidad de desarrollo del pueblo palestino y con ello toda esperanza de paz en la región.

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