El arte como resiliencia
Ranna usa como herramientas sus manos y un pincel para hacer arte de la resiliencia. Tiene 24 años, es refugiada de Palestina y utiliza la arena como un lienzo natural para dar vía de escape a sus frustraciones.
La mayoría de los artistas que viven en la franja de Gaza, como Ranna, sueñan con salir a mostrar su arte al mundo. Como cualquier otra persona que se dedique al arte, quieren compartir visiones con el resto del mundo y beber ideas de otras culturas.
Ranna usa como herramientas sus manos y un pincel para hacer arte de la resiliencia. Tiene 24 años, es refugiada de Palestina y utiliza la arena como un lienzo natural para dar vía de escape a sus frustraciones. En cada escultura hay una visión de la realidad o un retrato que tiene como inspiración nombres y apellidos, casi todos representan refugiados y refugiadas de Palestina que viven bajo el bloqueo israelí.
La joven no pudo terminar la Universidad. Vive en la Ciudad de Gaza, en el seno de una familia humilde. Encontró en la arena una respuesta al miedo, al futuro y a la representación de las historias que la rodean.
“Siempre me ha encantado dibujar, pero era demasiado vergonzosa y muy introvertida para mostrar mi talento. Uno de esos días en los que me sentía triste y enfadada, salí al patio a despejarme. Estaba lloviendo y empecé a jugar con la arena mojada que había a mi alrededor. Mi familia estaba realmente emocionada con lo que surgió aquel día”.
Así comenzó la historia del arte de Ranna. Un día cualquiera en el patio de su casa. A partir de ahí comenzó una afición que llamaría la atención no solo de su familia y amigos, sino también de toda la Ciudad de Gaza.
“Mis esculturas simbolizan un mensaje de resistencia y cuentan la historia del sufrimiento y la pérdida de mi pueblo. Este es mi objetivo principal, mantener viva y dar a conocer la difícil situación de los refugiados y refugiadas de Palestina”
La situación del bloqueo en Gaza limita el acceso a recursos que podrían mejorar las habilidades de Ranna. También en términos económicos, porque Ranna no puede preservar sus esculturas. Cada día tiene una idea nueva a la que darle forma, pero tiene que elegir o reciclar. No puede mantener varias a la vez porque no hay material suficiente para poder hacerlo.
“A veces una escultura me puede llevar tres días. Me veo forzada a destruir ese trabajo para poder construir uno nuevo porque el espacio y los materiales son limitados. Es bastante doloroso destruir tu obra. Te consume físicamente y psicológicamente. Ojalá pudiera mantenerlas todas”
Ranna al igual que otros jóvenes gazatíes, ha desarrollado su talento entre las adversidades. “La escultura es mi amiga, es la única forma que he encontrado de expresar mi enfado, frustración y energía. Espero que algún día pueda encontrar el apoyo para desarrollar mi talento y participar en exposiciones internacionales”, añade Ranna.
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