La trampa territorial
El Consejo de Obispos Maronita Líbanés, al finalizar su reunión mensual expresó conformidad con la reanudación del diálogo político en el país, deseó una pronta elección presidencial y pidió a los libaneses que apoyen al gobierno en este momento crítico. El cuerpo religioso también aprovechó la oportunidad para felicitar a las fuerzas de seguridad por combatir el terrorismo. Por último, y lo más importante, los eclesiásticos advirtieron que la alineación de Líbano con cualquier eje regional es contrario al Pacto Nacional de 1943.
John Agnew, en un artículo con el mismo título que éste y publicado en 1994 por la revista Review of International Political Economy, cuestionaba la idea de territorialidad exclusiva del poder político que da sentido a la existencia del Estado. En otras palabras, Agnew cuestionaba la misma idea de Estado.
El autor explicaba por entonces, que tres ideas sostienen al concepto de Estado: primera, el Estado es una unidad espacial estática y soberana; segunda, la existencia de la dicotomía doméstico-foránea; y tercera, el Estado es el envase que da forma y sentido a la sociedad.
A través del artículo, Agnew demuestra que el Estado es el fruto de un proceso histórico, fuertemente influenciado por la geografía. Pero que la toma del Estado como unidad de análisis por los teóricos políticos de las relaciones internacionales, durante la segunda mitad del Siglo XX, impuso la idea de Estado Moderno.
Ese fenómeno sentó la base para de la territorialidad exclusiva e inmutable del Estado, la creación de una esfera nacional y otra extranjera, y al Estado como creador de la sociedad, dice el autor. Agnew concluye afirmando que en la disciplina de relaciones internacionales, “el espacio territorial le ganó [la batalla] al tiempo. Solo una concientización histórico-geográfica nos puede salvar.”
El paradigma de asociación y disociación
“Líbano nunca existió definido por las fronteras sentadas el 1 de septiembre de 1920,” afirma Fawwaz Traboulsi en su libro, A History of Modern Lebanon (Una Historia del Líbano Moderno). Y agrega, “Fue un producto de la partición colonia Franco-Británica de Medio Oriente.” Mientras que Kamal Salibi comenta desde A House of Many Mansions, que "una cosa es la creación de un Estado [libanés], y otra es, la creación de una nación [libanesa]." En fin, ambos autores apuntan a que Líbano es producto de un proceso histórico-geográfico. El mismo que vio nacer a Siria, Irak, Jordania, Palestina, etc.
Ese forzado nacimiento dio fin al debate asociación-disociación geográfica de Líbano con Siria y el Mundo Árabe, dando origen al debate alineación-no alineación del país con EEUU o Rusia. Ese nuevo debate responde al avance de la historia y al cambio de la realidad geográfica, enfrentamiento que se resolvió tras 15 años de guerra civil.
A lo largo del conflicto, y a medida que se sucedían sus administradores externos—primero Siria, luego Israel, luego Siria nuevamente, pero siempre bajo el auspicio de EEUU—quedó en evidencia que la organización política del Estado libanés excedía a su territorio. Al mismo tiempo, la asociación de actores internos con foráneos desvaneció el paradigma doméstico-foráneo. Y por último, el Estado libanés continúa sin producir una nación libanesa de la sociedad que lo compone.
El nuevo paradigma
Las declaraciones del Consejo de Obispos Maronitas Libanés no son malintencionadas, pero sí equivocadas. Porque su preocupación es la elección de un presidente, y así devolver a la comunidad cristiana la influencia política perdida tras la vacancia; no, la integridad territorial o nación libanesa.
Líbano se encuentra en el meollo de las rutas económicas que conectan a occidente y oriente, única razón para su importancia geopolítica. La posición geográfica de Líbano hace que sea altamente valiosa para todas las potencias. Por lo mismo, la no alineación de Líbano a nivel regional y global es una fantasía imposible de cumplir. Suerte que solo podrá esquivar cuando sea imperio, y entonces otros se alinearán detrás de Líbano.
Por la misma razón, las potencias occidentales y orientales tienen sus ojos puestos sobre el diminuto país, y la importancia de Líbano se convierte en significativa. Debido a su relevancia geopolítica Líbano debe alinearse y no quedar huérfano. No hay nada de que avergonzarse. Es reconocer el que la sociedad libanesa continúa cambiando, que el Estado libanés deberá ajustarse a la nueva realidad, y que ese ajuste será fruto de presiones externas.
Por todo eso, y al igual que el paradigma asociación-disociación, su par alineación-independencia es obsoleto. Hoy, el paradigma dominante (no el único) de la política libanesa es alineación-desaparición. Solo queda ver, para que lado se inclinará la balanza: ¿Arabia Saudita-Francia-EEUU o Siria-Irán-Rusia?
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