La cultura también es víctima del terrorismo
La cultura es un acicate y pilar de la libertad humana, quizá, su más viva expresión. Prueba de ello es la enconada y sangrienta campaña de destrucción que el Estado Islámico ha desplegado contra toda expresión cultural contraria a sus postulados extremistas. El asalto reciente a una biblioteca en Mosul, es el último acto de barbarie, que se añade una larguísima lista.
Militantes del Estado Islámico, irrumpieron en la Biblioteca Central de Mosul y se llevaron más de 2.000 libros de filosofía, poesía, historia, ciencia e incluso, cuentos infantiles. El destino de los volúmenes no fue otro que el de su destrucción.
Frente al hecho, la UNESCO expresó su viva preocupación por el saqueo y la quema de miles de libros procedentes de museos, bibliotecas y universidades de la ciudad iraquí de Mosul, controlada por el grupo Estado Islámico.
La directora general de la UNESCO, Irina Bokova, señaló, en un comunicado oficial, que “estos actos marcarían una etapa suplementaria en la limpieza cultural que se está perpetrando en las regiones iraquíes controladas por grupos extremistas armados, que se añaden a la destrucción “sistemática del patrimonio y a la persecución de las minorías” y de la “diversidad cultural, alma del pueblo iraquí”. “Esta violencia responde a un proyecto fanático, que ataca al tiempo a las vidas humanas y a todos los productos del pensamiento”, agrega.
Cualquier salvaje puede prender fuego a un pergamino, o saquear el fondo de una biblioteca, o volar por los aires una mezquita o demoler tesoros culturales. Pero ningún ejército poderoso puede destruir las ideas que estos personifican. El Imperio Romano no pudo impedir que las letras se diseminaran. El Estado Islámico tampoco podrá.
Como alguna vez alguien dijo, "la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida".
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