Persecución en FM 89.5 de Gral. Rodríguez

El director de la radio FM 89.5, Rodolfo Belloli, argumentando “presiones de arriba", supuestamente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, a raíz de una queja presentada por la embajada del régimen colonial israelí y transmitida al intendente Dario Kubar, dispuso la inmediata bajada de grilla del programa “Detrás de los Muros”, que se emitió por primera vez en esta ciudad el 28/10/2010 gracias a la solidaridad y fraternidad de FM El Vecinal, ciclo que duró hasta la inauguración de la Radio Pública de ésta, mi ciudad de residencia, por la administración anterior, oportunidad en que fuera invitado a sumarme a la programación de la emisora, convite que agradecí y agradezco como un espacio y un ámbito para sumar voces de la diáspora Palestina.

La nueva administración municipal y de la radio firmaron el pasado 04/01/2016 el contrato que me une a la radio municipal en las condiciones que me impusieron, las que respete y cumplí en un todo de acuerdo. No así el señor director que, en lugar de comunicarme la rescisión unilateral del contrato de manera fehaciente, potestad que posee de manera formal, lo hizo apenas verbalmente el pasado lunes 3 de Octubre, negándome el ingreso a la emisora para la emisión del 05/10 y como también ocurriera el día miércoles 12/10/16, en que le ordena a la operadora de turno me niegue el acceso y la correspondiente salida al aire. Para asegurarse que no me presentara con un escribano público que pudiera certificar mi presencia en la emisora, hizo cerrar la misma al público, procediendo a programar música a partir las 17:50 horas, aproximadamente en un accionar que refleja solo a un personaje oscuro, mediocre, incompetente e inoperante para cumplir la alta tarea de dirigir un medio de comunicación público.

Recurrir a la falacia de “presiones diplomáticas y de las altas esferas de gobierno” para jugar las internas dentro de la estructura de gobierno, representa un acto falto de toda ética y conducta pública, impropia de un funcionario que tiene el deber moral de preservar y proteger el derecho a la libre expresión y garantizar que todas las voces puedan ser escuchadas en un medio de propiedad de todos, negando de hecho la posibilidad de difundir la cruenta realidad que vive un pueblo que, como el palestino, se encuentra bajo ocupación militar desde hace 49 años, sin esperanza de solución a su drama ni en el corto ni en el mediano plazo.

Hoy, jueves 13/10/2016, mantuve una reunión con el Secretario del Sr. Intendente, quien me ratificó verbalmente los motivos por los que el director de la radio levantó mi programa y, ante esto, mi preocupación es todavía mayor, pensando en que si realmente hubo presiones indebidas de alguna embajada extranjera ante un organismo del estado argentino como es el Ministerio de Relaciones Exteriores, estaríamos ante un injustificable hecho de injerencia extranjera en cuestiones que hacen a la estricta soberanía de nuestro país. Y si, por otra parte, todo este montaje obedece a la operación de agentes locales de esta ciudad con relaciones en los estratos de gobierno municipal, me pregunto, ¿cuál es la tarea de las autoridades de la radio y sus responsables para asegurar todas las voces en el dial?

Y si, por otra parte, esto respondiera solamente a una persecución personal en función a mis ideales políticos e ideológicos, tal como me lo hicieran saber cuándo el levantamiento de mi programa tomó estado público en las redes y fue difundido allí por colegas amigos solidarios, estaríamos ante una clara demostración de intolerancia por el sólo hecho de haber defendido en mi programa el derecho de algunos refugiados sirios a venir a habitar nuestra patria, tal como ha ocurrido históricamente con personas de distintas nacionalidades, y que son las que hoy conforman nuestra propia identidad como nación.

No basta con llenarse la boca hablando de la famosa “grieta” existente en nuestra sociedad, un concepto largamente manoseado y publicitado por los grande medios, sino de lo que se hace o se deja de hacer para cerrarla, entendiendo que, más allá del discurso y la propaganda, la misma se cerrará cuando la tolerancia y el respeto real por todas las voces, se haga realidad en el ejercicio cotidiano de todos los gestos –pequeños y grandes- que apunten a lograrlo.