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lunes, 09 de marzo de 2015

La Corte Suprema oculta la verdad en el caso Embajada de Israel

Por Juan Gabriel Labaké

En el discurso del martes 3-3-15, el Dr. Ricardo Lorenzetti, en su carácter de presidente de la Corte Suprema, aseguró enfáticamente que la “causa Embajada de Israel“ estaba cerrada y pesaba sobre ella la autoridad de cosa juzgada. La falsedad era tan gruesa y evidente que la propia Corte, en su sitio Web, se vio obligada a desmentirla ese mismo día, aclarando que la causa seguía abierta.

El ocultamiento comenzó el primer día

Inicialmente, la causa Embajada estuvo a cargo del Dr. Alfredo Bisordi, en aquel entonces secretario penal del cuerpo, hasta el 22 de diciembre de 1992, cuando pasó a integrar la Cámara Nacional de Casación Penal.

Bisordi, posteriormente, declaró como testigo en el juicio político que en la época del presidente Néstor Kirchner se llevó a cabo contra los miembros de esa Corte “menemista”. En dicha oportunidad, el Dr. Bisordi declaró bajo juramento, el 5 de marzo de 2002 y dijo:

A las 9 ó 9 y media de la noche (del mismo día del atentado) se hizo presente en la Comisaría 15 el jefe de Seguridad de la Embajada, Ronie Gornie. Esta persona, que demostraba tener muy fluido contacto con las autoridades de la Comisaría 15, trajo la teoría de que el atentado no debía ser investigado por el lado del ingreso de los materiales, sino por la hipótesis de la existencia del coche bomba…

A partir de ese momento, esa hipótesis también empezó a ser tenida en cuenta e investigada.

No obstante, debo manifestar que el secuestro del motor de la camioneta F 100 -cuyos pedazos o partes se encontraron diseminados hasta en lugares lejanos (más de 200 metros) según los peritajes de la Gendarmería y de la Policía Federal-  se produjo en circunstancias que pudieron haber sido mucho más claras. En ese momento, yo me encontraba presente en la Comisaría y podía haber sido informado del secuestro de ese motor, cosa que no ocurrió. No existe acta del secuestro; solamente una fotografía donde aparece el motor cortado a la altura del sexto cilindro, con la numeración completa (¡¿?!) Luego hay un acta firmada solamente por los bomberos, según la cual se procedió de esa manera porque no había testigos (¡¿?!). Pudieron haberme convocado a mí para secuestrar el motor, pero no lo hicieron.

(…) Por cierto que el vehículo (el coche bomba F-100) no fue visto por nadie…

A su vez, el 9-3-02, el Dr. Bisordi fue entrevistado por la revista NOTICIAS, y dijo:

Una pericia (de la Academia Nacional de Ingeniería) y otra de un arquitecto de apellido López León, testigo del atentado, sostenían que la bomba estalló desde el interior de la Embajada. Este arquitecto nos trajo planos y nos dio toda una serie de detalles técnicos. No era el único que pensaba que la bomba estalló adentro.

La pericia de la Academia lo confirma

Para confirmar los dichos del Dr. Bisordi, conviene comentar la pericia que hicieron los tres profesionales de la Academia Nacional de Ingeniería. En efecto, la Corte Suprema, ante las críticas que ponían en duda la existencia de un coche bomba en el atentado a la Embajada, en 1996 encargó a la Academia Nacional de Ingeniería un nuevo peritaje.

La Academia designó para ello a los ingenieros Rodolfo Danessi (Universidad N. de Tucumán), Arturo Bignoli y Alberto Puppo (presidente y vice de la Academia). Dichos peritos, usando métodos modernos, concluyeron que, sin lugar a dudas, la explosión se había producido adentro de la Embajada y no se había usado un coche bomba.

Cuando en agosto de ese año, la Corte dio a conocer el resultado de estas pericias, el embajador israelí señor Itzhak Avirán las rechazó de plano y, junto con la DAIA, la prensa en general y ciertos sectores políticos iniciaron una campaña de desprestigio contra algunos integrantes de la Corte Suprema y los ingenieros peritos, tildándolos de "antisemitas". Algunos pretendieron, incluso, que la Corte se desprendiera de la instrucción y amenazaron con recurrir a los organismos internacionales de derechos humanos, si se aceptaban las conclusiones de la pericia de la Academia.

Ante ello, la Corte decidió citar a audiencia, para el 15-5-97, a los peritos que habían intervenido en el caso: los de Policía Federal, Gendarmería y la Academia.

Según la información del sitio Web “Libre Opinión", difundida el 9 de julio de 1997 y que he verificado personalmente, el desarrollo de esa audiencia fue el siguiente:

En principio la audiencia iba a tener un carácter público pero las insistentes y sugestivas presentaciones de la delegación israelí y del representante de la DAlA, Rubén Beraja, hicieron que la Corte decidiera darle un carácter reservado.

(…)

Las actas oficiales de dicha reunión reservada abarcan 77 folios.

Según consta en el folio 1, el día 15 de mayo de 1997, asistieron a la audiencia todos los miembros de la Corte (Nazareno, Moliné O’Connor, Belluscio, Petracchi, Guillermo López y Bossert) menos el Dr. Fayt por encontrarse enfermo, otras autoridades judiciales, representantes de la parte querellante, así como los peritos de Gendarmería Nacional,  de la Policía Federal y los de la Academia ingenieros Rodolfo Danessi, Alberto Hugo Puppo y Arturo Bignoli. No asistió, pese a haber sido especialmente invitado, el experto israelí Yacob Leví.

Luego de una extensa exposición de los peritos de la Policía Federal y la Gendarmería (folios 2 a 37), que repitieron su posición de que el atentado se produjo con un coche bomba (la F-100), expusieron los peritos de la Academia (folios 37 a 76), diciendo:

"Todos saben que en esta pericia nosotros sustentamos con toda claridad la idea de que la explosión se produjo adentro del edificio." (folio 40).

“Partimos de la hipótesis de 50 por ciento de probabilidad de que la explosión fue adentro, y 50 por ciento que se produjo afuera. Pero al ver la pared del frente de la Embajada caída sobre la calle, naturalmente la probabilidad que le asignamos a que la explosión hubiese ocurrido adentro era mayor que la de que hubiese ocurrido afuera.

(…) Luego fuimos agregando otros datos que nos permitieron llegar a la conclusión de que la probabilidad de que la explosión se haya producido dentro del edificio es tan alta que tenemos la certeza de que así ocurrió." (folio 42). (…)

“Hicimos un análisis estructural de los edificios de la Embajada, del Consulado, y del complejo Santa Bernardina (el asilo de ancianos, el geriátrico, el colegio y la Iglesia).

(…) Con toda esa información se realizó la evaluación de los daños directos e indirectos, tanto en muros, como en entrepisos de cada edificio, y se elaboraron los planos del caso.

“Por otro lado, estudiamos el problema de la carga explosiva y su propagación.

Finalmente, estudiamos la rotura sufrida por cada muro y, con la ayuda de un programa de computación, simulamos una explosión externa a la Embajada, y otra interna.

“De haber estado la carga explosiva ubicada en el exterior, habría hecho desaparecer el edificio de enfrente, y éste no estaría existiendo como lo está ahora. Por el contrario, cuando la carga explosiva se ubica adentro de la Embajada, la simulación arroja un daño que es prácticamente igual al daño real que se produjo" (folios 62 a 64).

“Acá se nos dice que ha habido un cráter en la vereda, abarcando parte de la calzada. “Nosotros no hemos encontrado indicios de ese cráter en más de 1.000 fotos estudiadas.

“En cambio, hay dos fotografías donde aparece una grúa que se estacionó, al anochecer de ese primer día, en el lugar que la Gendarmería ubica dicho cráter. Debajo de esa grúa el pavimento se ve totalmente liso... sin cráter (folio 68)

“Además, nosotros hemos pedido un informe a Aguas Argentinas. Y nos han respondido que a 80 centímetros de profundidad, y 80 centímetros hacia afuera de la línea municipal, existe un caño maestro de un material frágil, de hierro fundidoSi hubiera existido el cráter, ese caño se habría destruido completamente por la explosión..." (folio 68)

“Por otro lado, el perito de la Gendarmería dice que la carga explosiva estaba guiada en una dirección, apuntando hacia el frente de la Embajada. Sin embargo, el cráter es al revés: tiene el diámetro mayor de la elipse en la dirección longitudinal de la calle Arroyo. Eso es otra cosa que llama la atención. (folio 69)”

Investigar a Israel es antisemita

En una nota de la revista Poder del 11 de setiembre de 2004, Juan José Salinas afirma:

La publicidad de la pericia de la Academia Nacional de Ingeniería desató una insólita campaña contra la Corte Suprema. Sin explicitar por qué, el embajador Itzhak Avirán, el jefe de la DAIA Rubén Beraja, y muchos otros declararon que cualquiera que considerase la hipótesis de la explosión interna o implosión era antisemita.

(…)La presión para que la Corte se aviniera a respaldar el consenso alcanzado por la CIA y el Mossad de que el atentado había sido instigado por Irán y cometido por un kamikaze libanés… fue incesante. Beraja y Avirán pretendían pasarle la investigación al juez Galeano.

Dicha presión llegó a transformarse, en 1997, en una pública amenaza del embajador israelí Itshak Avirán, al entonces presidente de la Corte Suprema, Dr. Julio Nazareno, hecha por televisión, de que pediría el juicio político para los integrantes de la Corte, si avanzaban en la investigación de una posible implosión en el atentado a la Embajada, porque ése sería un acto de “antisemitismo”. En esa absurda y maliciosa posición lo acompañó, también públicamente, el entonces presidente de la DAIA Dr. Rubén Beraja.

Esa amenaza del embajador israelí fue confirmada tiempo después por el diario Página/12, insospechado de ser “antisemita”,  en una nota publicada el 18-3-05.

La Corte cede

Para tratar de cerrar el molesto tema, La Nación publicó el 06-02-98 una muy sugestiva nota, visiblemente escrita “a pedido”:

“La Corte Suprema de Justicia de la República Argentina estaría dispuesta a sostener, antes del 17 de marzo, fecha en la que se cumplen seis años del atentado a la Embajada de Israel, que hay indicios de que fueron integrantes de la Jihad Islámica y ciudadanos de Irán quienes cometieron el ataque terrorista. Esa posición indica el límite de lo que dirá el tribunal ante la insistencia de la colectividad judía para que se pronuncie sobre el tema antes de aquella fecha. Los dirigentes de la colectividad judía reclaman que la Corte sostenga expresamente que la Embajada fue destruida por una bomba colocada en el exterior del edificio, y que sus autores son los iraníes, explicó una fuente del alto tribunal. ‘Nosotros no nos vamos a pronunciar ahora sobre el lugar en el que estaba colocada la bomba”, dijo la fuente.En cambio, la Corte sí estaría dispuesta a satisfacer el reclamo de la colectividad judíahasta un cierto punto, en cuanto al origen iraní del atentado.

Nunca nadie desmintió esta información del diario La Nación. Al contrario, en mayo de 1999, la Corte aprobó y difundió una acordada en la que aseguró que en el atentado “se había utilizado un coche-bomba" y que la autora era una presunta "Jihad Islámica" a la que le asignó ser "el brazo armado de Hezbollah". En realidad, la Jihad Islámica es sólo un nombre que usan distintos grupos para cometer un atentado anónimo. Hoy, por ejemplo, lo usan los terroristas del .llamado Estado Islámico-EI.

El fallo del miedo no es cosa juzgada

La Corte Suprema completó su poco edificante retractación con un fallo dictado el 23 de diciembre de ese mismo año 1999, en el que sobreseyó “parcial y provisionalmente” a una imputada iraní de nombre Nasrin Mohktari.

Esa sentencia parcial de aquella Corte está firmada por sus 7 integrantes: Nazareno, Moliné O’Connor, Fayt, Belluscio, Petracchi, Guillermo López y Bossert.

En ella, y contrariando las indubitables e irrebatibles conclusiones de los 3 ingenieros de la Academia, las similares del arquitecto López León, los dichos del Dr. Bisordi y de muchos testigos, se afirma que el atentado fue hecho con un coche bomba (una Ford F-100) y que se encontró el cráter dejado por dicho coche bomba (¡¿?!).

A la pericia voluntaria que hizo el arquitecto López León, y a la de la Academia, que la Corte aceptó en 1997 y que no pudieron refutar los peritos de la Policía Federal y de la Gendarmería, la misma Corte la descalifica en 1999 aduciendo que ellas “no encuentran apoyatura en la gran cantidad de pruebas incorporadas a lo largo de esta investigación”. Pero nada dice ese mendaz fallo sobre:

§  La nueva pista o hipótesis de investigación que la Corte prometió abrir, y nunca abrió, sobre la base de que la explosión se produjo adentro de la Embajada.

§  Las dos fotos tomada el mismo 17-3-92 al atardecer, en las que se observa una grúa estacionada frente a la Embajada, y que ahí no hay cráter alguno.

§  La ejemplar decisión que debió adoptar esa Corte ante la desembozada amenaza que les hizo el embajador israelí señor Avirán.

Desde entonces han pasado 16 años, y la Corte anterior, igual que la actual, nada han dicho y menos hecho, respecto de la indispensable investigación de lo que afirmaron y probaron los peritos de la Academia Nacional de Ingeniería y López León.

Y ello es indispensable y legalmente obligatorio para los jueces de la Corte. No hacerlo puede significar caer en las figuras delictivas del ocultamiento de pruebas, del encubrimiento y de la violación de deberes de funcionario público.

Por otro lado, conviene remarcar que esa sentencia de ninguna manera clausuró la causa, y mucho menos produjo sobre ella los efectos de la cosa juzgada, pues se trató sólo del sobreseimiento de una imputada. 

Desde entonces, pasaron otros 7 años hasta que la Corte actual, el 13-12-06, emitió un fallo circunstancial pero definitorio. Ante el pedido de una de las partes, aclaró que:

… dado el estado de autos, corresponde seguir adelante con la investigación sin que pueda obstar a ello cuestión alguna relativa a la extinción de la acción, que de momento carecería de todo asidero. (…)

Por ello, se resuelve:

1. Seguir adelante con la investigación.

Notifíquese y cúmplase. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - CARLOS S. FAYT - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI - RICARDO LUIS LORENZETTI – CARMEN ARGIBAY.

Un “error” inexplicable

Ante ello, ¿cómo se explica que el Dr. Lorenzetti haya dicho públicamente, en un discurso leído ante un salón colmado de magistrados judiciales, que la causa está cerrada y que ya es cosa juzgada?

Ello no puede deberse a un error del momento porque, reitero, el discurso fue leído.

Tampoco es admisible que el Dr. Lorenzetti ignorara el fallo de 2006, pues lleva su firma.

Y menos puede aducirse que el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ignora cuándo se clausura una causa penal, y que ello signifique cosa juzgada.

Peor aún es argumentar que pudo creer que el sobreseimiento de uno de los tantos imputados significaba la clausura de la causa, y hacía cosa juzgada respecto de todos los involucrados en la investigación y respecto de la causa misma.

De ese modo, la excusa dada por el Dr. Lorenzetti, en un vano intento de justificar la total inoperancia y pasividad de la Corte durante estos 16 años en la causa Embajada, es toda una confesión de parte. La Corte del Dr. Lorenzetti, aunque el Dr. Lorenzetti se rasgue las vestiduras ante esta afirmación ineludible, no quiere, o no sabe, o no puede investigar libremente esa causa; o tiene miedo o intereses que la llevan a no investigar nada serio en ella.

Esa dura y lamentable comprobación, que nos abochorna como argentinos, explica y justifica el título de esta nota: La CSJN oculta la verdad en el caso Embajada.

En otras palabras y muy lamentablemente, la Corte Suprema, desde hace 22 años, parece seguir el mismo camino que el finado fiscal Dr. Nisman: obedecer a poderes extranjeros.

Los incómodos “WikiLeaks”

Ello se ve confirmado con la transcripción de las conversaciones del Dr. Lorenzetti con el embajador de turno de los EE. UU., que transcribe el periodista Santiago O’Donnell en su libro “PolitiLeaks”:

En ese libro consta que:

El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Ricardo Lorenzetti es la figura pública argentina que más veces se reunió con el embajador estadounidense durante el período que abarca la filtración de WikiLeaks, entre mediados de 2006 y principios de 2010. Los cables registraron 7 conversaciones entre Lorenzetti y el entonces embajador Earl Anthony Wayne, en apenas 3 años y medio. En esos encuentros, el único caso de la Corte sobre el cual conversaron fue el del atentado contra la Embajada de Israel en 1992 (¡sugestivo dato…!). En cambio, hablaron de viajes, conferencias…

Un cable dice que la embajada le pagó un viaje a Lorenzetti.

Otro despacho afirma que la Embajada se comprometió a buscar recursos para financiar un congreso que Lorenzetti estaba organizando.

Y otro cable informa que, especialistas contratados por la Embajada modernizaron el sistema informática de la Corte Suprema, una cuestión preocupante ahora que se ha descubierto el alcance de la red de espionaje masivo de los EEUU.

En la entrevista del 27 de enero de 2006, Lorenzetti elogió el sistema jurídico estadounidense ante el embajador Wayne, y le anunció que deseaba promover una conferencia judicial panamericana similar a una que la Corte Suprema de los EEUU había organizado en 1995. Lorenzetti, para darle una idea a Wayne de cómo se podría financiar la conferencia en Buenos Aires, incluido el traslado y la estadía de juristas de todos los países de la región,  le  informó al embajador que  esa conferencia de 1995 había sido financiada por la USAID, la oficina de desarrollo del Departamento de Estado.

Además Lorenzetti le comentó al embajador que eran necesarios más fondos para adquirir tecnología que mejorara la eficiencia de los procedimientos judiciales de nuestro país.

El cable agrega que  Lorenzetti trasmitió al embajador que admira el profesionalismo  y la autoridad de la Corte Suprema de los EEUU, y espera que la futura conferencia panamericana presentará una oportunidad para aprender más del sistema judicial de los EEUU (¡otro sugestivo dato…!).

Y termina el cable del embajador Wayne afirmando que:

“La visita de Lorenzetti nos ofrece la oportunidad de involucrarnos con el sistema judicial de la Argentina con un mayor intercambio y cooperación”.

El 15 de noviembre de 2007 volvieron a reunirse Lorenzetti y Wayne, porque el presidente de nuestra Corte deseaba comentarle al embajador su último viaje a EEUU, a principios de octubre.

Según dice el cable del embajador, para Lorenzetti el viaje fue “energizante”, y que:

(Lorenzetti) Demostró la importancia de profundizar la cooperación con los EEUU. En el tema judicial, señaló que el sistema estadounidense es un modelo de la reforma judicial que él quiere implementar en la Argentina. (¡nuevo dato sugestivo…!).

Finalmente Lorenzetti agradeció a Wayne el dinero que la Embajada de EEUU aportó para mejorar los procedimientos judiciales (¡un dato más que sugestivo…!).

El mismo cable afirma que Lorenzetti permitió que especialistas aportados por la embajada estadounidense accedieran a la red informática del sistema judicial argentino para proveer “asistencia técnica” (¡increíble!).

Para concluir Lorenzetti le contó a Wayne que:

Quería crear una fundación dedicada a las publicaciones judiciales y que “le preocupaba quien podría financiar el proyecto”. Pero esta vez Wayne no compró la idea y le sugirió a Lorenzetti que “algunas de las fundaciones empresariales privadas podrían costear ese proyecto”(realmente se siente vergüenza por el hecho ajeno ante la “preocupación” del Dr. Lorenzetti).

Frente a estas muestras de virtual pedido de limosna del presidente de nuestra Corte Suprema al embajador de la superpotencia mundial:

1.- ¿Quién puede creer que nuestro máximo tribunal, y especialmente su presidente Dr.  Lorenzetti, conservan la independencia indispensable para resistirse al designio norteamericano (y, por ende, israelí) de que el atentado a la Embajada de Israel tiene que ser obra de un coche bomba usado por los musulmanes, sean éstos árabes o iraníes? 

2.- ¿Y quién puede creer que esa misma Corte sea capaz de hacer justicia con miles de pobres ecuatorianos de los pueblos originarios que han sido víctimas de la depredación y contaminación ambiental producidas por la norteamericana Chevrón?

Quizás algún día comprobemos, con amargura, que hemos canjeado la impunidad para los criminales del atentado a la embajada de Israel por las 30 monedas que costaron un congreso panamericano de juristas y el mejoramiento del sistema informático judicial.

Quiera Dios que no sea así.

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