Viernes de resistencia
La jornada de movilización, convocada por varias organizaciones palestinas, provocaba los primeros disturbios bien temprano, con el incendio de la tumba del patriarca José, santuario judío en Nablus.
La tensión es máxima tanto en el norte de Cisjordania como en Jerusalén Este y en Gaza. Además de Nablus, Belén, Jenin, Hebrón o Ramallah son otros de los puntos más sensibles.
La movilización de las fuerzas de seguridad israelíes no hace más que generar más violencia. La venta de armas en Israel se ha disparado estos días llegando a un tope de 260 000 personas con licencia.
El Gobierno israelí ha autorizado “medidas excepcionales” (carta blanca a la represión) para frenar los ataques contra sus ciudadanos, las cuales Netanyahu ha justificado llamando “fuerza legítima, en medios y en proporción”.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebra este viernes, a petición de Jordania, una reunión de urgencia para analizar la situación.
Como consecuencia del reciente recrudecimiento de la tensión entre palestinos y la ocupación sionista, 34 palestinos y 7 israelíes han muerto.
La cadena de violencia tiene sus últimos eslabones en la eliminación de dos colonos judíos cerca de Hebrón y dos en Jerusalén a lo largo de la semana pasada.
Puede rastrearse el motivo de estos ataques en la búsqueda de una desesperada respuesta a los abusos cotidianos, el racismo y la última avanzada de asentamientos llevada adelante por el gobierno derechista de Netanyahu, así como la prohibición de ingreso a la Mezquita de Al Aqsa y casos limites como el de la familia Dawabshe.
El pueblo palestino sufre diariamente la erosión de la ocupación y su agenda devoradora, tanto en la bloqueada y empujada a la asfixia Franja de Gaza como en Cisjordania.
Es constante la convivencia con los abusos de un régimen ocupante cuya “capacidad de tomar Palestina durante las últimas siete décadas ha dependido no de derechos morales o legales sino de la continua aplicación de la fuerza bruta”, según define Jeremy Salt , en su última nota para Al-Ahram.
Por su parte la prensa internacional dominante con la complicidad de reconocidas organizaciones humanitarias (Amnesty International), suma encubrimiento a la impunidad, equiparando de forma grotesca los efectos de la resistencia palestina con el organizado y dotado de múltiples medios, proyecto de absorción y limpieza étnica llevado a cabo por el régimen de Tel Aviv.
La punta de lanza cotidiana es la acción de los colonos judíos que fuertemente armados y bajo la protección del ejército sionista, la policía y un sistema legal racista y de doble rasero que autoriza el apartheid, usurpan metro a metro la tierra y propiedad palestina, matando y humillando bajo protección estatal.
Como ejemplo, los últimos episodios: dentro de las 24 horas de la reciente matanza de los colonos en Hebrón, raudamente las fuerzas de ocupación se han abalanzado sobre Nablus y rodeado a los presuntos autores del ataque. Sin embargo, semanas han pasado sin que los asesinos de la familia palestina Dawabshe, asesinados a principios de este año, hayan sido arrestados.
Mientras el mundo sigue atento al polvorín regional organizado para desestabilizar a los estados del Levante, Siria e Irak a la cabeza, y la crisis humanitaria subsecuente, el proyecto sionista en Palestina sigue avanzando impunemente y gozando de una menor cuota de atención internacional.
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