Aoun encabezará la delegación libanesa en la Liga Árabe
La 29° edición de la cumbre reunirá a los actuales 21 países activos en la capital saudí.
El presidente de la República Libanesa, Michel Aoun, liderará la delegación del país este sábado en Riad, Arabia Saudí, donde se llevará a cabo una nueva cumbre de la Liga Árabe, según informó el secretario general de la organización, Ahmed Abul-Gheit.
En esta nueva edición, se buscará fomentar y reanimar las relaciones entre los países miembros y será una nueva oportunidad para que los Estados árabes compartan sus políticas y promuevan intereses compartidos.
Aoun, estará acompañado por el primer ministro Saad Hariri y el ministro de Relaciones Exteriores, Gebran Bassil. Antes de regresar al Líbano, se espera que Aoun viaje a Qatar al día siguiente, donde asistirá a la gran inauguración de la biblioteca nacional en Doha.
La Liga Árabe fue fundada en 1945 y reúne a 22 miembros de la región para “servir el bien común, asegurar mejores condiciones, garantizar el futuro y cumplir los deseos y expectativas de todos los países árabes”.
La cumbre de este año, se había programado originalmente para celebrarse a fines de marzo, pero la fecha se modificó debido a las elecciones presidenciales de Egipto. La última reunión de los países árabes se celebró en Jordania en marzo del año pasado.
En perspectiva
En un cuadro actual que muestra al bloque cultural de los países árabes en su conjunto atravesando una dura crisis general, a consecuencia del juego geopolítico internacional creador de ese auténtico “invierno árabe” (falazmente llamado primavera) de 2011, a su vez los Estados miembros de la histórica organización regional se encuentran ante una ola de agresiva rispidez que los ha llevado a enfrentamientos bilaterales, o incluso multilaterales internos al bloque.
Y esto sucede, como un corolario directo de la primacía de egoístas intereses individuales, y asociaciones (cada vez más agudas con potencias internacionales y regionales externas inequívocamente adversarias del proyecto del nacionalismo árabe que dio a luz a la organización), por sobre el espíritu de cuerpo y los objetivos de unidad y hermandad que debiesen retomarse si es que se deseare tener un futuro de crecimiento con dignidad.
Prueba de ello son las actuales rencillas entre las familias del Golfo, (peleándose por destronar a la casa Saud o por las migajas de su mesa), o la debilidad de la mayoría de los Estados del bloque que han quedado expuestos a las agendas regionales de las potencias mundiales y la imposición de un doble filo entre la servidumbre y la desintegración, o cuadros más tristes aun como la propia traición, expulsión, abandono e incluso la agresión destructiva de los más poderosos hacia el resto (casos Irak, Libia, Siria, Yemen) o el mero abandono a su suerte de la hermana expoliada (caso Palestina).
Mientras ello no suceda, y los proyectos individuales se antepongan o peor aún, se contrapongan al proyecto comunitario, seguirán aconteciendo tantas tristes realidades como las que gobiernan hoy la política regional de los países árabes.
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